Resumen del artículo Neoliberalismo: la raíz ideológica de todos nuestros problemas, de George Monbiot para The Guardian
Introducción
El neoliberalismo es la raíz de muchos de los problemas actuales. La desigualdad, la crisis climática, el populismo y el autoritarismo se deben a su fundamentación. Es una doctrina económica y política que defiende la libertad de mercado, la reducción del Estado y la privatización de los servicios públicos por delante de criterios como justicia social, bien común o sostenibilidad mediambiental.
Historia
El término surge en París en 1938, en los escritos de Ludwig von Mises y Friedrich Hayek en los que atacan la planificación social del New Deal de Roosevelt y el Estado del bienestar británico. Los relacionan con el comunismo y plantean que “la planificación estatal aplasta el individualismo y conduce inevitablemente al totalitarismo”.
Sus ideas llegan a grandes fortunas, que ven en ellas una oportunidad de librarse de los impuestos y las regulaciones. Ante este horizonte, financian generosamente fundaciones y comités por todo el mundo para perfeccionar y promover el credo.
Algunas de las más conocidas son American Enterprise Institute, Heritage Foundation, Cato Institute, Institute of Economic Affairs, Centre for Policy Studies o el Adam Smith Institute. También departamentos y puestos académicos en muchas universidades, especialmente Chicago y Virginia.
Durante unos años crecen en la sombra. El consenso tras la II Guerra Mundial era casi universal: el pleno empleo y la reducción de la pobreza eran objetivos comunes en Estados Unidos y casi toda Europa occidental; los impuestos al capital eran altos y los Gobiernos buscaban cubrir objetivos sociales mediante servicios públicos y redes de apoyo.
Pero en los 70 varias crisis económicas sacuden occidente y los principios neoliberales se abren paso. Con ayuda de periodistas y consejeros políticos, se consigue que los Gobiernos de Jimmy Carter y Jim Callaghan apliquen elementos neoliberales en política monetaria en Estados Unidos y Gran Bretaña.
El resto llegó con Thatcher y Reagan: reducciones masivas de los impuestos a los ricos, destrucción del sindicalismo, desregulación, privatización y subcontratación de los servicios públicos.
La doctrina neoliberal se impuso en casi todo el mundo −y, frecuentemente, sin consenso democrático de ninguna clase− a través del FMI, el Banco Mundial, el Tratado de Maastricht y la Organización Mundial del Comercio.
Hasta partidos que habían pertenecido a la izquierda adoptaron sus principios; por ejemplo, el Laborista y el Demócrata. O en España con el triste caso del PSOE.
Doctrina
Puede parecer extraño que un credo que prometía libertad y capacidad de decisión se promoviera con este lema: "No hay alternativa". Pero, como dijo Hayek durante una visita al Chile de Pinochet (uno de los primeros países que aplicaron el programa de forma exhaustiva), "me siento más cerca de una dictadura neoliberal que de un gobierno democrático sin liberalismo".
La libertad de neoliberal es para el pez grande, no para el pequeño.
- Liberarse de los sindicatos y la negociación colectiva significa libertad para reducir los salarios.
- Liberarse de las regulaciones estatales significa libertad para contaminar los ríos, poner en peligro a los trabajadores, imponer tipos de interés inicuos y diseñar exóticos instrumentos financieros.
- Liberarse de los impuestos significa liberarse de las políticas redistributivas que sacan a la gente de la pobreza.
Efectos
El neoliberalismo ha provocado un aumento de la desigualdad, al favorecer a las élites económicas y financieras y debilitar a los trabajadores y a los sectores más vulnerables.
Ha contribuido al calentamiento global, al promover un modelo de desarrollo basado en el consumo ilimitado de recursos naturales y en la externalización de los costes ambientales.
Ha alimentado el surgimiento de movimientos populistas y autoritarios, al crear un vacío de sentido y de participación política y al fomentar el individualismo y el resentimiento social.
Conclusión.
Necesitamos construir una nueva narrativa que ofrezca soluciones ecosocilamente sostenibles a los desafíos actuales.
Imaginar un futuro basado en el democracia participativa y la justicia fiscal.
Recuperar el papel del Estado como garante del bienestar común y la protección del medio ambiente.
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